martes, 14 de febrero de 2012

ESA COSA TAN SERIA

usted y yo sabemos
que en el fondo
el amor
el amor
es una cosa seria.

Por favor
esto último
no vaya a publicarlo.

MARIO BENEDETTI



Te voy a contar algunas de las cosas que los campos de la biología, sociología, psicología y filosofía han analizado sobre esa cosa tan seria que llamamos amor.

Para comenzar: "Todos somos animales... Mi Lady (Tomado de la película “LEYENDA” que vi allá en la lejana década de los ochenta... donde aparecía el mejor demonio que he visto en el cine, aparte de un Tom Cruise jovencísimo)
O sea, todo se reduce a la simple búsqueda del placer, a recibirlo, a darlo... incluso el simple hecho de tener a alguien a quien entregar ese placer nos da placer... NUNCA nos vamos a relacionar (al menos voluntariamente) con nada que nos de dolor de cualquier tipo…

Fisiológicamente (Biología elemental), el amor no es más que una reacción química demasiado parecida a cualquier enfermedad mental. Tiene demasiadas coincidencias con las adicciones.
Nada más recuerda el momento de esperar a la persona amada… la ansiedad de la espera, el temor de que no asista al encuentro... las alegrías del momento de su llegada... 
¿Qué te recuerda eso? ¿No se parece demasiado a la actitud del drogadicto esperando su próxima dosis?
Por eso, durante muchos siglos el amor se consideró una enfermedad mental o un desequilibrio producido por los "humores internos" de la criatura afectada. Antes se recomendaba realizar sangrías al enfermo y se les recetaban bebidas a base de belladona, amapola y otros alucinógenos (incluso venenos)
Para los árabes del Siglo XV, era una enfermedad del espíritu.
En la Edad Media europea era un “efluvio diabólico que hacía perder la cabeza a sus victimas” y se curaba con oración.
Nuestro tiempo (racional y científico) nos dice que el amor es un juego entre endorfinas y serotoninas que actúan como excitadoras en ciertas estructuras nerviosas (hipotálamo, tálamo), mientras que en otras inhiben funcionamientos (córtex prefrontal cerebral, médula espinal) que afectan el desarrollo normal de los procesos psíquicos… o sea, nada más trascendente que lo que produce una sobredosis de chocolate… Por eso, el Famoso y Doloroso Despecho no es más que una variante del SÍNDROME DE ABSTINENCIA SEVERA… ¿Por qué? Porque al estar con “esa persona” nos bañamos de endorfinas y sentimos placer… cuando ya no la tenemos nuestro cerebro se rehúsa a aceptar que ya no tendrá su dosis de endorfinas y empieza a producir las sustancias que nos obliguen a buscar la fuente de placer.
Las traicioneras serotoninas (en el curso del metabolismo del triptófano, por oxidación y descarboxilación... ¿qué tal, ah?) nos hacen doler el cuerpo, la mente y el alma para obligarnos a buscar “esa cosa” que nos producía tanto placer…


Lo confuso de esta teoría tan biológica, científica, exacta y fría es que reduce toda el alma del hombre (como especie, no como género) a un cóctel de oxitocina, aminas polipeptídicas y catecolaminas sintetizadas...

Pero es TOTALMENTE CIERTO… Al menos para la biología…

Para la Sociología, según algunas teorías, el amor puede considerarse desde el punto de vista físico (común a todas las sociedades) y desde el punto de vista romántico (diferente en cada cultura).
Es el amor romántico el que puede convertirse en un arma de doble filo. Puede constituir una enorme fuerza creadora, capaz de inspirar grandes obras de la literatura, de la música o de la pintura (Eduardo VIII, Duque de Windsor y la viuda Wally Simpson, Chaplin y Ona, Carlo Ponti y Sofia Loren, Benedetti y Luz, Dante y Beatriz, El Quijote y Dulcinea) . Hay quienes en su nombre luchan para lograr éxitos, fortuna y fama.
Por el contrario, puede ser destructivo (Romeo y Julieta, Werther y Charlotte, Antonio y Cleopatra). Diariamente un número bastante elevado de amantes infelices opta por el suicidio en todo el mundo.
En el Japón tradicional o en la India milenaria, los delirios de amor son considerados una actitud antisocial: cuando una joven o un hombre enamorado apasionadamente se casa, pueden poner en peligro intereses y valores sociales, en beneficio de sus placeres personales. Los griegos ni siquiera confundían amor físico con amor romántico.

En otras sociedades el amor de tipo romántico tiene una existencia breve y controlada, y lo consideran algo totalmente ajeno al matrimonio... una fase emocional propia de la adolescencia.
En las sociedades occidentales el amor ha sido idealizado y se ansía vivir esa experiencia. Esta idea se nos ha vendido y reforzado a través del cine, televisión, revistas, publicidad, novelas y todas las demás armas de moldeo cultural de la sociedad capitalista y consumista…porque hoy por hoy, somos esencialmente capitalistas y el amor es un producto que debe dejar un beneficio; ¿O no?...
Se nos olvida que hasta hace poco el amor no tenía nada que ver con el matrimonio... que hasta hace poco (incluso en nuestra cultura) el matrimonio era un arreglo entre familias, según conveniencias y necesidades…
En muchas personas (no voy a decir nombres, para no comprometer a los inocentes) esa búsqueda del amor romántico se perpetúa de por vida, saltando de una mujer a otra, de una ilusión a otra, sin encontrar el estado de gracia eterna.
Muchos sociólogos piensan que la manera como buscamos el amor en nuestra cultura tiene bastante semejanza con las manifestaciones religiosas (búsqueda de la perfección, idealización de la pareja, querer alcanzar la armonía espiritual… sin alcanzarla)
Por eso, en nuestra sociedad, algunas personas llenan su vida de tantos adioses y levantan tantos muros protectores entre ellos y el mundo.
Pero está demostrado que las personas se enamoran realmente cuando alcanzan la madurez afectiva y se sienten capaces de confiar en sus propias emociones, encontrando el placer de estar con alguien aunque eso implique saltarse las normas sociales más elementales.
Eso nos hace corre el riesgo de tener que elegir entre amor y sociedad…

Pero es TOTALMENTE CIERTO… Al menos para la Sociología…

Para la Psicología, especialmente para Freud, el amor es el reciclaje y la reinterpretación de nuestras experiencias y deseos infantiles, adolescentes y adultas, racionalizadas o no… bueno, no tan simple…
En el psicoanálisis Freud recurre al nombre de Eros para designar el conjunto de instintos o pulsiones (sexuales, de autoconservación, de la libido, del yo, del principio del PLACER, etc.) que identifica como pulsión vita ( Sobre todo a partir de su libro “Más allá del principio del placer” de 1920), cuya característica es la tendencia a la conservación de la vida.
Esta función coincide “con el Eros de los poetas y filósofos, que mantienen unido todo lo animado”. Al Eros, o pulsión de vida, opone frontalmente la pulsión de muerte y entre la tensión y lucha que se crea entre ambos discurre la vida, no sólo del individuo, sino de la misma sociedad humana.
Según Freud, junto a un instinto (pulsión) de vida, el eros, hay un instinto (pulsión) de muerte, que luego se llamó thanatos.
Aunque estos nombres no sean más que metáforas de la vida que es mezcla de amor y muerte, puede decirse más exactamente que el amor es, al mismo tiempo, deseo y sufrimiento (como ilustran tantas obras de la literatura universal), y que las pulsiones amorosas aspiran a una eternidad y término absoluto que constantemente se les niega.
También debemos considerar en nuestra interpretación amorosa cinco pequeños aspectos que todos tenemos: Como nos vemos, como nos ve nuestra pareja (o la/s persona/s que nos importe/n), como nos ve la cámara fotográfica, como creemos que nos ven los demás y como realmente nos ven los demás. Esas imágenes hacen un todo que termina desdibujando el verdadero ser de la persona y desviando el camino del verdadero amor.
Psicológicamente, A TODOS nos llega el flechazo a través de un FETICHE oculto (Cuando nos referimos a la condición fetiche en la elección de objeto de amor, no estamos hablando de la perversión. Sino de cierta presencia de un rasgo fetiche en el objeto amado. Que la persona amada tenga los cabellos de determinada manera, o el color de piel, o las formas de su silueta quizás. Cosentino, Leonardo. “Del Amor y Otras Yerbas”) pero que por medio de tantas experiencias y pensamientos se llega a sublimizar ese FETICHE irracional en ese sentimiento llamado AMOR… PERO AQUÍ TAMBIÉN HAY RIESGOS…
Para Karen Horney (que analizó los componentes neuróticos del amor) la necesidad de amar y ser amado, cuando se incrementa y se vuelve compulsiva e indiscriminada, se convierte en neurosis. Y las neurosis van desde el narcisismo, la ninfomanía, hasta los celos patológicos o las tendencias depresivas suicidas…
Todos tenemos al menos una historia amarga, relacionada con alguna trastornada pareja (ey tú... si, no te hagas... tu también pudiste haber sido esa pareja...)
No olvidemos que se han cometido más delitos en el mundo por amor que por cualquier otro sentimiento.
O sea, si amamos más de lo debido, somos unos locos… pero si amamos menos de lo debido también…
Lo triste es que incluso si alcanzamos la madurez necesaria para enamorarnos saldremos perdiendo
¿Por qué?
La clave nos la puede dar Segismundo mismo… lee esto:


Sigmund Freud: homo homini lupus (El malestar de la cultura, V, en Obras completas, Vol. III, Biblioteca Nueva, Madrid 1968, p. 35.)

La verdad oculta tras todo esto, que negaríamos de buen grado, es la de que el hombre no es una criatura tierna y necesitada de amor, que sólo osaría defenderse si se la atacara, sino, por el contrario, un ser entre cuyas disposiciones instintivas también debe incluirse una buena porción de agresividad. Por consiguiente, el prójimo no le representa únicamente un posible colaborador y objeto sexual, sino también un motivo de tentación para satisfacer en él su agresividad, para explotar su capacidad de trabajo, sin retribuirla, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderarse de sus bienes, para humillarlo, para ocasionarle sufrimientos, martirizarlo y matarlo. Homo homini lupus: ¿quién se atrevería a refutar este refrán, después de todas las experiencias de la vida y de la historia?

Para recalcar esto llegan los sesenta, aparece un simpático Stanley Milgram, un psicólogo de la Universidad de Yale que da a conocer una serie de experimentos de psicología social demostrando que hasta las buenas intenciones son insuficientes, que lo que nos enseña la escuela, la iglesia, la sociedad y los padres puede ser un arma de doble filo. Que los niños obedientes son peores.
Esto es tan perturbador como una violación en McDonalds, pregúntale a Louise Ogborn.
En palabras del mismísimo Milgram (“The Perils of Obedience”. “Los peligros de la obediencia”. Harper's Magazine.1974):

“La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia.”


Tenemos que deducir que la humanidad (psicológicamente) es una cloaca y la gente que queremos amar una piara de ratas…

Pero es TOTALMENTE CIERTO… Al menos para la Psicología…

Ahora la Filosofía… aquí el eros de Platón es una expresión de la tendencia fundamental y constante del hombre hacia el bien.
Este eros nos habla del amor como deseo amoroso o pasión (como se entendía en el griego clásico) frente a otros sentimientos parecidos, tales como los designados con los términos philia, amistad, agapè, amor en general, y philantropía, o amor a la humanidad en general.
En la belleza, se alcanza la inmortalidad. En el Banquete lo identifica inicialmente con el sentimiento de atracción física en que se basa el modelo de educación griega, en el amor del maestro por el discípulo, lo compara a la misma filosofía y lo personifica en la figura de Sócrates: el amor nace del deseo humano de lo bello y lo bueno (kalós kai agathós), del ansia de felicidad e inmortalidad, y en el trato con los hombres; sólo los humanos aman (no los dioses) porque Eros es hijo de Poros (recurso) y Penia (pobreza). Es, pues, carencia y deseo.
En el Fedro, Platón describe el amor como locura o delirio del hombre por el conocimiento, como recuerdo o reminiscencia de un saber ya adquirido por el alma, que el hombre recupera yendo, a través de la multiplicidad de lo percibido por los sentidos, hacia la unidad de la idea o del concepto
La filosofía griega, la platónica sobre todo, da al amor una orientación según la cual se tiende al bien permanente que es, a la vez, conocimiento.
Cuando (con los estoicos y los neoplatónicos) lo platónico trascendente se vuelve inseparable a la naturaleza, se difunde la idea de un amor universal a todo hombre, en cuanto en todo hombre hay algo de la divinidad. Esa es una de las bases de TODA nuestra cultura occidental.
El cristianismo continúa la idea estoica y neoplatónica del amor, pero lo toma como mandamiento (gracias a la crucifixión del pana Chuíto).
Para la “Ciudad de Dios”, de San Agustín, el sentido de la vida humana individual y el de toda la humanidad no es otro que la lucha o antagonismo entre dos amores: el amor a Dios y el amor a sí mismo. Surge la consideración medieval, entre los escolásticos, de amor ideal, DESINTERESADO, y amor carnal, EGOÍSTA.
La época moderna explica el amor desde sus causas psicológicas.



Para Descartes, el amor es “una emoción del alma”, para Hobbes, un movimiento voluntario de la misma naturaleza que el deseo.
El pana Spinoza (que a mi me gusta mucho) dice que lo importante es el componente racional del amor (Busca en internet: Dei intellectualis... deja la pereza), o sea, el amor intelectual a la naturaleza, esto es, el deseo apasionado de conocer la naturaleza: La culminación de la vida ética es la racionalidad.
El Renacimiento ve en el amor, por fuerza de las ideas neoplatónicas, una fuerza cósmica. Los siglos XVIII y XIX nos hablan de la pasión amorosa.
No toquemos a Nietzsche, Proust, Locke, Kierkegaard y los otros, porque escribimos un libro. Pero toquemos a Sartre…
Sartre dice que el amor es una empresa contradictoria condenada de antemano al fracaso. “Amar es, en esencia, el proyecto de hacerse amar”…
En el sistema de Sartre el ser humano es el “ser para sí” (conciencia) pero es también “ser para otro”. El otro es como alguien que contempla desde fuera nuestra propia subjetividad.
La fuerza de su mirada desconcierta y tendemos a hacer del otro un objeto de conciencia, hundiéndolo en la subjetividad, para evitar sentirnos sometidos a su mirada. Como la libertad del otro es irreductible, debemos asumir, como proyecto la idea de hacernos amar por el otro: si deseamos poseer a los demás, no basta poseer el cuerpo, hay que adueñarse de la subjetividad, es decir, del otro sujeto en cuanto ama”.
Pero eso es imposible y siempre fracasaremos... porque hacerse con la subjetividad del otro es hacerse con su libertad, y ofrecerse a la libertad del otro es constituirse en objeto, alienar la propia libertad. Es una empresa de dioses, imposible para el hombre, y por eso “el ser humano es una pasión inútil”.
O sea, para Sartre nos fregamos… pero para otros filósofos hay esperanza… la esperanza nos alegra y (que coincidencia) eso puede darnos PLACER…

TOTALMENTE CIERTO… Al menos para la Filosofía…

Yo mantengo mis esperanzas.
Eso me da PLACER
Algún día quiero ser la fuente y el recipiente de ese placer que llamamos AMOR… sea bioquímico, sociológico, psicológico o metafísico…
Te hice leer toda esta perorata para llegar a una simple conclusión (que está al principio)

En conclusión:
"Todos somos animales... Mi Lady"... todo (la biología, la sociología, la psicología y la filosofía) se reduce a la simple búsqueda del placer, a recibirlo, a darlo... incluso el simple hecho de tener a alguien a quien entregar ese placer nos da placer... NUNCA nos vamos a relacionar (al menos voluntariamente) con nada que nos de dolor de cualquier tipo…


JAVIER CONTRERAS

1 comentario:

  1. ¿Te imaginas comparar todos esos puntos de vistas sobre el amor con los sistemas de universos existentes? (dirás y que tiene que ver)"lo infinito" es mi respuesta.

    Cualquiera pisa la tierra olvidándose que lo rodea un gran sistema planetario, ¿tendrá el amor definición en nuestra mente finita?

    ¿Y si la vida es experiencial, valdrá la pena sumirse en conceptos ya mentalizados por otros hombres? obviamente no podemos escapar de los grandes pensamientos..! Por ahí leo: "¡Muerte a la Palabra Escrita!" me sonrío inevitablemente.. El Placer, ¿y será mi placer tu placer y el placer de TODO? ¿Y si lo "TOTALMENTE cierto, se funde con lo TOTALMENTE incierto..? sería como decir que el TODO es la NADA y concluiría con una palabra llamada UNIDAD!.

    Jasinta Guerrero

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