viernes, 18 de noviembre de 2011

EL PROBLEMA DE LOS TRANSGÉNICOS



Transgénico. Palabra que lamentablemente ya forma parte de nuestro léxico cotidiano. Para los amantes de la biotecnología (la forma científica de ser Dios) y para muchas transnacionales es la solución para el hambre del mundo, pero para el mundo se ha convertido en una pesadilla.
Nacen de la manipulación genética, en laboratorios especiales se manipula el ácido desoxirribonucleico agregando genes foráneos para hacer a las plantas más resistentes a plagas o a las sequías o para reducir la incidencia de alergias o para que requieran determinados nutrientes.
Sesenta plantas de lechosa transgénica en la población de San Juan de Lagunillas afectaron mucha de la población local de esta especie. Este proyecto cuenta aún (hasta donde sabemos) con el aval del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas y la Universidad de Los Andes.
Hace unos años el Frente Ambiental Andino denunció la contaminación genética del polen alterado y que aún se desconocen los efectos a largo plazo en la genética humana, especialmente si se considera la cantidad de compotas y productos nutricionales orientados a los niños que se preparan con frutas transgénicas. Ya en España se llevaron a juicio a varias empresas de biotecnología, acusándolas de usar a los bebés “como conejillos de Indias”.
La periodista Marie-Monique Robin señala los peligros resultantes del crecimiento exponencial de los cultivos de transgénicos, que en 2007 cubrían 100 millones de hectáreas, con propiedades genéticas patentadas en un 90% por Monsanto, que además fue fabricante del PCB (piraleno), del agente naranja usado como herbicida en la guerra de Vietnam y de hormonas de incremento de la producción láctea prohibidas en Europa. Novartis tiene la patente del cuestionado maíz BT176.
El polen de ciertos cultivos manipulados genéticamente puede desplazarse hasta 5 kilómetros y contaminar otros sembradíos, según el centro John Innes del Reino Unido.
Actualmente ya se puede relacionar claramente el sistema de patentes de semillas con el hambre en ciertos países y la destrucción de la economía de los pequeños y medianos agricultores, que terminan sometidos a una nueva forma de esclavitud. El agricultor que no se somete a usar semillas patentadas tampoco puede evitar los efectos adversos a sus cultivos.
No existe sistema de bioseguridad que puede prevenir la contaminación de los cultivos por los transgenes, como lo advierte Lorna Haynes, miembro de la Red de Acción en Alternativas al Uso de Agrotóxicos de Venezuela.
En el gobierno del Presidente Chávez se prohibió la siembra de organismos modificados genéticamente (OMG, como también se conoce a los transgénicos) pero poco o nada se ha hecho para normar esta situación en el país. Aun hoy se realizan estudios de manipulación genética de cultivos en algunas universidades con apoyo del Ministerio de Ciencia y Tecnología pues no existe consulta pública, reglamento o supervisión sobre el tema.

Javier Contreras

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