viernes, 28 de octubre de 2011

EL PODER OCULTO (PRIMERA PARTE)

El mundo se divide en tres categorías de personas: un pequeñísimo número que hace producir los acontecimientos; un grupo un poco más importante que vigila su ejecución y asiste a su cumplimiento, y, en fin, una vasta mayoría que jamás sabrá lo que en realidad ha acontecido.
Nicholas Murray Butler.
Miembro del Council on Foreign Relations.

El sistema de valores sociales imperante se basa en “tener”, no en “ser”. Esta lógica social nos permite identificar a quienes dicen tener el poder político de los países pero no a los entes generalmente sin rostro que realmente ejercen ese poder: las Grandes Corporaciones, el Complejo Militar, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el G20, el G8, el grupo Bilderberg, el Banco Central Europeo o el Foro Económico Mundial. Su influencia ha superado a la de los estados políticos desde hace mucho tiempo.
Financian y controlan la mayoría de poderes públicos en casi la totalidad de los países lo que los convierte en poderes de facto, supranacionales y supralegales.
Por esto, la administración del mundo ya no es ejercida por gobiernos “electos legal y democráticamente”, si creemos eso no podemos ser más ingenuos. Todas las doctrinas y teorías políticas de los últimos siglos (desde el derecho divino monárquico a Rousseau) han sido desplazadas por una realidad mucho más oscura.
Las sucesivas crisis del capitalismo han revelado quienes son los verdaderos amos detrás del poder. Hemos visto como estos grupos financieros e industriales transnacionales, sociedades ocultas e instituciones afectan en secreto la vida de millones de personas según sus intereses.
Nadie los eligió, nadie conoce sus interrelaciones y muchas veces no se conocen sus propietarios, pero sus decisiones afectan la vida de pueblos enteros y abarcan al planeta completo, mientras el poder de los Estados solo tiene influencia local.
En el artículo “Desarrollo endógeno y empresas transnacionales en la globalización” el profesor de la Universidad del Zulia Carlos Añez describe de manera sencilla como la globalización económica impulsada por las empresas transnacionales afecta el sistema productivo de desarrollo endógeno.


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¿CÓMO SE SOMETE AL MUNDO?

Todo comienza con adueñarse de ciertos factores necesarios y comunes a toda sociedad e individuo. Veamos algunos:


Nuestra sociedad necesita fuentes energéticas cada día en mayor proporción pues su consumo va en aumento. Si esa fuente no es renovable, quien la posea tiene el poder. Desde el siglo pasado la mayor fuente de energía y materia prima para productos petroquímicos es el petróleo y ese hecho marca la economía mundial.
Generar electricidad y encontrar combustibles alternativos se ha hecho indispensable para las industrias. Controlar este proceso se hace imprescindible para los grandes poderes.
En los años setenta un consorcio de compañías privadas que Enrico Matthei llamó Las Siete Hermanas lograron controlar el 85% de las reservas petroleras mundiales. Estas compañías se fusionaron y hoy se conocen como Exxon-Mobíl, Chevron y British Petroleum, Su poder solo se vio afectado con la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) integrada por Venezuela Irán, Kuwait Arabia Saudita, Irak (miembros fundadores), Libia, Ecuador, Nigeria, Argelia, Emiratos Árabes, Angola y Qatar.
Hoy la OPEP controla el 45% de la producción y más del 75% de las reservas.
Por esto compañías como Halliburton y las ya mencionadas transnacionales hicieron, hacen y harán todo lo posible para adueñarse de estos recursos. La primavera árabe no debe verse de manera aislada de esta situación y la reciente crisis de Libia (junto al magnicidio de Muammar el Gaddafi) así lo confirma.
La búsqueda de fuentes de energías alternativas y seguras continúa como una guerra oculta que la mayoría desconocemos.

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Según el Banco Mundial el aumento en el precio de los alimentos fue de 80% en los últimos tres años, llegando a 150% en ciertos países. El temor cierto a una hambruna planetaria causó una ola de descontento social en el mundo.
Rai Patel, miembro de la organización Food First, se dedicó a investigar que había detrás de estos hechos y descubrió que una serie de malas cosechas, el aumento en la producción de biocombustibles y la demanda desmedida de proteínas en los países desarrollados, sumado al reducido apoyo a los productores para beneficiar a ciertas corporaciones internacionales han llevado a muchos países al borde de la inanición.
Comprar el kilo de los cultivos en céntimos y vender el producto final en varios dólares se ha convertido en el negocio perfecto para esas empresas. En medio de este negocio quedan los pueblos que no pueden acceder a los nutrientes básicos y si algún gobierno trata de impedir esto sufre las consecuencias. Recordemos el caso de la United Fruit Company, en Guatemala. Cuando el presidente Jacobo Arbenz intentó una reforma agraria en su país, la CIA organizó un exitoso golpe de Estado en 1954 que costó 200 mil victimas.
Hoy en día las corporaciones dueñas de nuestros alimentos (El Cártel Global de Alimentos como los llama Richard Freeman) son la Cargill Incorporated, la Compañía Louis Dreyfus de París, la André de Lausana, la Bunge Limited, la Nestlé y la Continental de Granos de Nueva York.
Como olvidar a la Monsanto, productora de agroquímicos desde la Guerra de Vietnam y pionera en materia de semillas genéticamente modificadas. Marie-Monique Robin (autora del libro y documental El mundo según Monsanto) y Dan Glickman (secretario de Agricultura de EE.UU. durante el periodo Clinton) develaron el verdadero poder de esta corporación.

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Nada nos preocupa más que la salud. Quien controle las curas de las enfermedades controla a la sociedad entera.
Históricamente las empresas dedicadas a la salud se han visto involucradas en prácticas más que dudosas. Recordemos a la Bayer y su papel en la creación del Zyklon-B para el gobierno nazi.
Cuando el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) apareció en 1980 se pudo apreciar por primera vez como una enfermedad puede ser utilizada para discriminar individuos y aterrorizar a una civilización completa.
Por primera vez se debatieron los Aspectos Comerciales de los Derechos de Propiedad Intelectual (TRIPS, por sus siglas en inglés) en el área médica y la Organización Mundial del Comercio (OMC) entró en conflicto con la Organización Mundial de la Salud (OMS) al fijar derechos de patentes tecnológicas por 20 años incluyendo medios de diagnóstico, vacunas y medicamentos. La Declaración de Qatar en 2001 permite la creación de versiones genéricas de medicamentos patentados (el sólo uso de una marca puede elevar 1.000% el precio de un medicamento genérico).
Eventualmente aparecen una serie de influenzas y otras enfermedades sin precedentes en los estudios médicos, pero se sigue gastando más en publicidad que en investigación.
Los amos del área de la salud son Johnson & Johnson, Pfizer, Roche, Glaxo SmíthKtein y Novartis. Todas envueltas en controversias que rayan en lo criminal.
La reciente pandemia de virus AH1N1 solo sirvió para oscurecer más el panorama, como lo muestra Alex Jones y otros. El Tamiflu se convirtió en el principal medicamento para tratar la gripe aviar a pesar de que no están seguros de su eficacia. El anís estrellado común de nuestras cocinas y dulcería criolla es su principal ingrediente. Aun así la Ley de Propiedad Industrial permite al laboratorio reservarse la fórmula del Tamiflu hasta 2015.
La hermana Teresa Forcades i Vila, doctora en medicina y Monja Benedictina española, denunció hace un par de años a la industria farmacéutica mundial en relación a la Gripe AH1N1 incluyendo el supuesto "accidente" donde se creó una mezcla que contenían el virus de esa gripe.
 

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Y ÉSTE ES SÓLO EL COMIENZO
CONTINUAREMOS PRONTO
Javier Contreras

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